martes, 2 de diciembre de 2025

Paseos y perros

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Mi atención a los paseos por el bosque se había debilitado, aunque seguía paseando por el mismo todos los días. Acaso no me había llamado nada la atención en este periodo, quizás las personas con las que me encontraba no me sugerían un relato o es que me estaba volviéndome vago. El bosque después de una larga sequía y calores del verano, estaba gris, pero las últimas lluvias lo han vuelto a reverdecer y los jabalíes han vuelto, escarbando por las partes más húmedas y blandas del bosque en busca de raíces y gusanos, de forma que parecía que hubiesen arado esas zonas (proceso agrícola que consiste en remover el suelo), sin embargo, no comían las bellotas que había en abundancia debajo de las carrascas a pesar de que dicen que son una fuente de alimento fundamental para ellos. Los perros siguen dominando el bosque, cuando se unen en charleta los dueños, me dan miedo las carreras y luchas de sus perros porque en una de ellas te pueden tirar al suelo y romperte algo, la fuerza que tienen es muy superior a lo que podría uno pensar. Cuando veo a lo lejos una de estas reuniones, las rehúyo rápidamente yendo por las laderas. No podéis imaginar la cantidad de perros que hay, ahora les obligan a tener un seguro, pero cuando te tiran y te rompen algo a ver si eso te puede consolar. A veces soporto algún perro de amigos que encontramos en el bosque como el de una pareja un poco más joven que nosotros que lleva un perro monísimo, pequeño, con poco pelo y de raza muy poco habitual, la he buscado en Internet y podría ser un Jack Russell. El caso es que desde el principio ella era muy curiosa haciendo múltiples preguntas sobre nosotros, él era más callado, nosotros nos manteníamos discretos y solo nos hacía gracia el perrito que él cuidaba como si fuera su hijo. No lo llevaba suelto, lo máximo, con una de esas cuerdas largas que llevan arrastrando, salvo que estuviese jugando con él y le tirara una pelota de tenis que limpiaba cuidadosamente cada vez que se la traía. Con el tiempo supimos que ella era psicóloga y había trabajado en el servicio de salud, él creo que lo había hecho en la banca. Ambos estaban también jubilados y no tenían hijos ni familia cercana. Como dije, ella se volcaba mucho en saber de nosotros, ya que somos una familia con muchos hijos y nietos y por tanto con muchas historias que le gustaba escuchar como si fuera una telenovela y más cuando supo el grave problema de salud de mi hija. Las preguntas sobre su salud y circunstancias eran una constante que era difícil de evitar y esto tiene dos caras, por una te agrada que se interesen, por otra preferirías no hablar de un tema que te agobia constantemente. Uno de los días en que el marido estaba tirándole la pelota al perro, esta cayó en el arroyo en una zona con zarzas, el perro se tiró para cogerla y el aparejo que llevaba se quedó enganchado en la zarza y no había forma de sacarlo de aquel enredo. De pronto me acordé de mi navaja tipo suizo que a veces llevo en el bolsillo, la saqué y con ella corté el aparejo y el perro quedo libre y aunque cayó al agua, salió sin problemas. Ellos que estaban angustiados, respiraron tranquilos. Lo secaron con una toalla y ya no lo dejaron suelto. Fue una experiencia extraña para mí porque, aunque he tenido perros, ahora no los aguanto, pero con esta experiencia, he presenciado lo que puede suponer un perro para ciertas personas sin hijos, lazos familiares o bien solas. De cualquier forma, una cosa son los perritos pequeños, monos, manejables y otra, esos perrazos grandes, difíciles de manejar y que sueltos son temibles, sobre todo para las personas mayores.

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