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miércoles, 29 de mayo de 2024

El balneario, el ciego y la plaza mayor

 Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Habíamos ido a pasar dos días en el Balneario, a que nos den los chorros. No sé qué propiedades específicas tienen unos chorros de agua a presión sobre las distintas partes del cuerpo, pero parece que están bastante aceptadas las propiedades saludables de tales prácticas, sobre todo para persona de edad. En estos, los achaques (indisposición o molestia, crónica o intermitente) son muy habituales, bien enfermedades óseas, de piel, alérgicas, reumáticas, litiasis y afecciones renales, cardiovasculares, digestivas, hepáticas, problemas asmáticos, etc. O en el caso de mediana edad y jóvenes, tratamientos antiestrés, de belleza, adelgazamiento o tratamientos antitabaco, etc. Hay balnearios con aguas fluoradas, sulfuradas, cloruradas, carbogaseosas, bicarbonatadas sódicas, cálcicas, ferruginosas, oligometálicas, radiactivas, entre otras, pero hay otros que solo se trata de aguas a una temperatura termal o hipotermal, de mineralización media y chorros a presión. Dentro de los balnearios hay tratamientos y sofisticaciones de todo tipo, baño de burbujas con esencias (romero, azahar y otras), masajes (local de relajación, relax total), envolvimiento con fango hidratante, saunas, etc. Todo esto acompañado de unos bellos panfletos asignando propiedades imaginarias que dan esperanzas de curación y alivio a todo tipo de dolencias. Suelen contar también con amplias salas, combinadas con espacios ajardinados y grandes ventanales. Unos lugares dedicados a la relajación, buena alimentación, ejercicios, naturaleza y buenos servicios.

Almorzar o cenar en estos balnearios suele ser caro, si no va incluido en el paquete contratado. Por tanto, hay que dedicarse a buscar un restaurante o similar que ofrezca un menú o carta asequible. Generalmente hay un indicador que no falla y es el número de comensales, cuando ves un local vacío o con poca gente, mal asunto, más vale que inviertas más tiempo buscando otro. Nosotros encontramos uno en la plaza mayor, que se llenaba en las comidas y que sobre todo tenía un caldo que se llamaba el “caldo de la abuela” que estaba buenísimo. Le pregunte a la camarera de que estaba hecho y me dijo que en la cocina tenían una olla grande hirviendo, de forma continua, con trozos de carne, pollo y verduras y conforme iban sacando caldo iban metiendo nuevo material, en fin, una especie de poción mágica de Asterisk, que te daba la vida, sobre todo en estos días fríos despistados de mayo que tanto catarro han traído.

El Burgo de Osma es una ciudad episcopal con una catedral románica, gótica, barroca y neoclásica, con una portada principal de estilo gótico y una imponente torre barroca y en el interior lo que más me gustó fueron los restos del antiguo claustro de estilo románico con el sepulcro de San Pedro de Osma del siglo XIII en un estilo a caballo entre lo románico y lo gótico. La plaza mayor, era grande de planta cuadrada, con su ayuntamiento estilo herreriano y enfrentado un centro cultural, antiguo hospital, con dos magníficas torres con escudos rematadas de capiteles. En el lado del centro cultural hay una serie de bancos de madera, cómodos, debajo de plátanos de indias con las ramas fusionadas, que seguro que en verano darán buena sombra. En estos bancos, por la tarde, se sientan las madres que vigilan a los niños que juegan al balón en el centro de la plaza libre de coches, y los viejos y viejas que toman el sol y vienen a charlar y a husmear toda novedad que se produzca en el pueblo. La plaza está llena de niños de hasta unos doce años que juegan al balón, se persiguen, montan bicis, patinetes, con una algarabía que hacía mucho tiempo que no estaba acostumbrado a escuchar. En la plaza no había columpios, toboganes, escaleras de cuerdas, ni todos esos artilugios que ponen en los parques de nuevas urbanizaciones, por no haber, no había ni perros, solo niños jugando y muchos. En uno de los bancos había un anciano, que me llamó la atención, iba bien abrigado, con su gorra plana, tenía la cara plácida y los ojos cerrados, cuando le daba mucho el sol se abría el botón superior de la camisa, como si abriera un poco una ventana de su casa para ventilarla, al lado una chica joven mirando el teléfono. Parecía estar muy confortable recibiendo el sol de media tarde y no debía molestarle el ruido de los niños jugando cerca. Uno de los muchos balones que volaban por la plaza le fue a dar a él en la cara, fue cuando noté que era ciego porque no hizo ningún movimiento para evitarlo, se le cayó la gorra, pero no creáis que gritó, ni se descompuso, solo se pasó la mano por la cara, la movió a derecha e izquierda, tocó por su entorno, encontró la gorra, se la puso, susurró algo a la chica que estaba sentada a su lado. Se levantaron para marcharse, él con su bastón y del brazo de la joven se alejaron de la plaza sin expresar una queja. Una tarde más que a lo mejor le trajo a la memoria sus años de niño correteando por la plaza y por eso su expresión serena, aunque seguramente se dijo que con un balonazo era suficiente.

jueves, 23 de noviembre de 2023

El incidente

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Habíamos leído que habían cambiado la decoración del hotel y como hacía unos cinco años que no pasábamos por allí y estaba a una distancia no muy grande, pensamos que era una buena ocasión para ver lo bonito que había quedado y disfrutar de unos días de relajación. Desde luego habían hecho una buena redecoración y merecía la pena disfrutar del nuevo ambiente. Sentarse en el patio cubierto y tomarse una bebida en la tarde enseguida anochecida, era un lujo placentero, y dormir en la habitación con vistas a la plaza mayor porticada libre de coches, una inmersión en otra época. En el desayuno del siguiente día, una de las camareras nos preguntó si vimos “el incidente” de la noche anterior en el comedor. Estuvimos en efecto cenando, pero no sabíamos nada de ningún incidente. Preguntamos en que consistió, pero por mucho que insistimos no nos contaron más del mismo.

Después del desayuno nos fuimos a Santo Domingo de Silos y aunque ya lo habíamos visto con anterioridad, siempre te atrae ver nuevamente el magnífico claustro románico y escuchar el canto gregoriano que practican en el monasterio. Después del claustro, vimos la botica ya que los monjes gestionaron un hospital en la Edad Media, y el museo donde se exponen las piezas principales que se salvaron de la desamortización del siglo XIX por el cual se expropiaron y subastaron los bienes ligados a la Iglesia católica y las órdenes religiosas.

Como teníamos que esperar para escuchar el canto gregoriano en el oficio de Sexta (13:45), nos dio tiempo para ir al Desfiladero de La Yecla, un paraje natural horadado en la roca por un riachuelo, con pasarela volada transitable, que nos recorrimos. Fuimos también a ver, cerca de allí, la ermita de Santa Cecilia del siglo X con una galería porticada con algunas formas románicas, sobre una elevación de piedra caliza, y en un lado del promontorio puede verse una fuente con dos caños de agua abundante que sale de la roca y que uno se pregunta de donde procede. En el otro lado corre un pequeño rio donde pueden verse los restos de un puente romano, que se correspondía con una calzada romana secundaria.

Volvimos al Monasterio y el canto gregoriano, aunque otras veces escuchado, siempre te deja impresionado y estremecido y eso que no entiendes nada al estar compuesto principalmente a partir de versículos de la Biblia en latín. Completamos el día con la visita a Covarrubias, preciosa villa medieval y aunque todos sus monumentos estaban cerrados por ser martes (en todos los sitios es el lunes), merece la pena caminar por sus calles empedradas y recordar las historias de las dos mujeres más famosas del lugar: Doña Urraca y la princesa Kristina de Noruega. El Torreón de Fernán González en donde éste encerró a su hija Urraca para que no se casara con un humilde pastor del pueblo, es una auténtica joya de la arquitectura militar anterior al siglo X. Doña Urraca acabó a lo largo de su vida casándose con tres hombres elegidos por su padre, convirtiéndose en reina consorte de León en dos ocasiones y reina consorte de Pamplona. Por otra parte, y aunque no vivió aquí, una estatua rinde homenaje a la infanta Kristina de Noruega que se casaría con el hermano del rey Alfonso X el Sabio. La princesa nunca superó la profunda tristeza que contrajo al separarse de su amada tierra nórdica y de sus familiares, muriendo de pura melancolía cuatro años después de llegar a nuestro país. Las dos mujeres están enterradas en el claustro de la excolegiata de San Cosme y San Damián.

Volvimos al hotel ya cansados, cenamos y aunque no obtuvimos más información del incidente, he construido un relato que puede ser más o menos verosímil. Creo que el incidente ocurrió entre dos parejas que entraron en el comedor esa noche después de nosotros, en un intervalo de tiempo pequeño. Se sentaron en mesas contiguas enfrente de la nuestra, separadas por una fila y algo me atrajo de ellas porque los estuve observando durante la cena. Una pareja estaría en los sesenta muy bien cuidados, él con el pelo blanco, cuidadosamente despeinado hacia arriba, ella más clásica con el pelo cano. La otra pareja mucho más joven la habíamos conocido en el desayuno, ella hablaba bien el español porque era descendiente de españoles y él con la piel morena con rasgos árabes, no hablaba. Estaban recorriendo España de parador en parador. La primera pareja pidió champan o cava y después un vino tinto, debían estar un poco achispados y debieron estar hablando de lo que estaba pasando en Gaza con comentarios no favorables hacia los palestinos. La segunda pareja, no tomaron vino en la comida, por lo que vi, y el varón supongo que, al escuchar las expresiones y comentarios de la mesa contigua, saltó, se levantó de la mesa y clavó un cuchillo, de los que ponen para carne, en la mesa contigua y exclamó todo iracundo “enough is enough” (ya es suficiente, no lo puedo soportar), en voz alta que se oyó en todo el restaurante. Me imagino que todos se quedarían atónitos o por lo menos alarmados. Después me imagino intervino el maître y alguna de las dos parejas abandonó el comedor. Nosotros ya habíamos salido antes del comedor, por tanto, todo esto no son más que conjeturas.

A la mañana siguiente no vimos a la pareja joven, imaginamos que siguió su viaje por España. No puedo negarlo, es difícil sustraerse al horror televisado diariamente de la matanza de inocentes en Gaza y quizás por ello di ese contenido al incidente. Solo quiero expresar un deseo, que cese la matanza y devuelvan los rehenes.

viernes, 26 de mayo de 2023

El Piorno

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Habíamos ido a pasar dos días a Salamanca. Uno de los días, visitando la ciudad pasábamos por delante de la fachada principal de la catedral, había varios grupos de personas con sus guías correspondientes explicando los relieves de la fachada. De uno de los grupos, se separó un tipo que me llamó la atención, se diferenciaba claramente del grupo de extranjeros del que se separaba. Llevaba un chándal con rayas amarillas y caminaba deprisa hacia la Rúa Mayor sin dejar de mirar hacia atrás. Desapareció rápido y no pensé más en él hasta más tarde. Nosotros íbamos hacia la plaza mayor al punto de salida de una visita guiada, en uno de sus múltiples arcadas donde está la oficina de turismo. Seguimos las explicaciones de nuestra guía con atención y fuimos conociendo o ampliando nuestros conocimientos sobre el Palacio de Monterrey del siglo XVI del que solo se terminó una de las cuatro alas proyectadas, el caserón donde vivió los últimos años de su vida y murió Unamuno, la Universidad con su fachada plateresca y sus aulas más renombradas -el aula de Miguel de Unamuno, donde podemos escuchar al propio Unamuno dictando una lección a través de la audioguía; o la emblemática aula de Fray Luis de León donde la tradición pone en sus labios la frase “decíamos ayer” al retornar a su cátedra después del encarcelamiento por el Santo Oficio-, la Catedral nueva gótica, renacentista y barroca con el Cristo de las Batallas románico que acompañaba al Cid, y la Catedral vieja románica con su magnífico Retablo de la historia de la salvación que es una composición de cinco alturas, en cuyo centro podemos ver una Virgen románica. Comimos bien en uno de los restaurantes de la Rúa Mayor y cuando ya volvíamos hacia nuestro hotel pasando nuevamente por la portada de la catedral, volví a ver al tipo de la mañana que se separaba de un grupo de turistas al que se les estaba explicando la portada. Esta vez, dejé a mi mujer sentada en la plaza de Anaya y le seguí de lejos. Volvió a tener el mismo comportamiento de la mañana y ya lejos del grupo se acercó a una papelera, dejó algo y se alejó muy rápido. Intrigado por el comportamiento me acerqué a la papelera, miré dentro y entre los papeles y botellas de plástico había una cartera. Me imaginé que iba vacía de dinero y no quise husmear sobre su contenido, así que estuve buscando un policía. Cuando le encontré le conté más o menos lo que había pasado y cuando describí al tipo, dijo “hombre sí, ese es el piorno*”, es un carterista muy conocido por aquí que se dedica a robar carteras a los turistas mientras escuchan las explicaciones de sus guías. Lo cogemos, lo encerramos y no llega a estar un día en la cárcel. Estamos cansados de cogerlo y que lo suelten a continuación, ya no sabemos qué hacer con él. Bueno, muchas gracias por la cartera y la información, la haremos llegar a su dueño. Mi mujer ya estaba un poco enfadada por la espera, pero le explique todo y parece que se fue calmando mientras caminábamos hacia el hotel a través del puente romano que salva el río Tormes. La luz del sol decae y el color de Salamanca cambia por la tonalidad dorada de la piedra de sus edificios. Al carterista no sé por qué le llamaban “el piorno”, quizás porque era como una escoba que “barría” el dinero de los turistas o porque llevaba siempre un chándal con rayas amarillas, quien sabe.

*Piorno, arbusto de ramas cortas, rígidas y gruesas, hojas caducas, flores olorosas de color amarillo vivo y fruto en legumbre; puede alcanzar hasta 1 m de altura. Con piorno se fabrica una escoba humilde, rústica, pero resistente y eficaz. 

jueves, 29 de marzo de 2018

Ciudad y la correcalles

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/
     La habíamos visitado varias veces, siempre con una noche incluida, por lo menos. Unas veces era de paso para llegar a otros destinos, Casa Insua, Aveiro y Oporto, otras era el objetivo principal del viaje. El parador es precioso con su torre del homenaje y nos gusta darnos una vuelta por sus calles, buscar en su mercadillo, comprar castañas, ver sus iglesiones, el río, la muralla, sus casas con escudos e inscripciones, su plaza y ayuntamiento.
En general recorríamos la ciudad por libre, es decir con un mapa y viendo las indicaciones de sus diferentes monumentos con sus historias, glorias y miserias en el pasado.
Había siempre algo común que se repetía cada vez que pasábamos por allí, una chica medio rubia, vestida muy arlequinadamente, de edad entre los cuarenta y cincuenta, aunque podía ser más joven y con el pitillo continuamente en la boca. Te abordaba cuando salías del parador, la primera vez te decías que querrá esta tipa, te empezaba a contar una historia de necesidades y calamidades y te pedía que le ayudaras. Salías de la catedral y allí estaba nuevamente, pasabas por la muralla y aparecía por una de las calles que en ella morían. Paseabas por el mercadillo y en su extremo la veías, volvías al Parador y parecía que te estaba esperando. Sabía perfectamente distinguir al visitante, al turista extranjero, sus sitios de alojamiento, comida y paso.
La primera vez pasaba desapercibida, después cuando volvías nuevamente a Ciudad, te la encontrabas nuevamente en la puerta del parador, en la plaza del ayuntamiento, en la puerta de la catedral, en la muralla, en el mercadillo. Estaba omnipresente, como si no quisiera perderse ningún momento posible de obtener unas monedas. Se había convertido  para mí en un elemento identificable más de la ciudad -como sus edificios e iglesias, su verraco de granito y su parador- con el único matiz que su deterioro era perceptible con el tiempo, aunque no su movilidad, su facilidad de palabra, podría ser perfectamente una animadora turística, que fuera de grupo en grupo informando de lo que se podía visitar, “no olvidarse de un paseo por las murallas, pasar por el hospital de peregrinos, recordar que se puede visitar el parador y su torre almenada desde donde se divisa Portugal, entrar en el palacio de los Águilas, señalar los sitios de comida asequible y los buenos restaurantes, no olvidar hasta donde entraron los franceses y los rastros de sus bombazos en las paredes de la torre de la catedral.
Es una fuerza de la naturaleza, una animadora portentosa, una cuentista, es un valor desaprovechado. Es una pena que solo sea una correcalles en busca de monedas fáciles y mendicantes, que el tiempo convertirá en un trapo sucio y gastado, desechable. Seguramente yo ya no volveré a Ciudad, pero estoy seguro que de las pocas cosas que recordaré estará la rubia mercurial correcalles.