viernes, 23 de mayo de 2025

El hospital que no cesa

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/ 

No creáis que me gusta, pero la necesidad obliga. Otra vez vuelta al hospital, intervención, ya sabéis lo que eso significa, incertidumbre y canguelo, además el modelo incentiva este último. Te citan para una hora, te ponen con una bata que no tapa ni calienta, te desprenden de todo lo material, medallas, reloj, gafas, hasta pulseras de hilo que al final tienes que cortar con una tijera porque no hay forma de sacarlas, te llevan a una sala y a esperar. Pulsera de identificación, otra a los viejos por si necesitan transfusión, presión arterial y otras constantes, espera, espera y espera. Pasan dos horas pelándote de frio en la sala y pensando que hago yo aquí, con el día tan bueno que hace fuera. Pero, enfermero en que estás pensando, te has dejado la goma apretada en mi brazo, cuando me llevan a quirófano la celadora que lleva la cama me lo advierte y me la quita, que poca profesionalidad. La llegada a quirófano siempre acojona, además hace un frio excesivo, entre 18 y 20 grados para la prevención de infecciones, menos mal que te incluyen dentro de riesgo por anestesia y te ponen una anestesia intrarraquídea que se utiliza para procedimientos quirúrgicos en la parte inferior del cuerpo. Esta presenta menor riesgo de complicaciones y permite una recuperación más rápida en comparación con la anestesia general. Para mí eso de dejarte fuera de juego, no me gusta, pero cuando ves la aguja fina y larga para llegar al espacio subaracnoideo, donde se encuentra el líquido cefalorraquídeo, te dices, ya verás como no acierte a la primera. En mi caso le costó dos pinchazos, maldita sea. Me mantenía encogido la enfermera para que no me moviera y diera la curvatura adecuada la columna en el procedimiento, oye pero que calor me da la enfermera, le doy las gracias por la ayuda y su calor y me dice, no he sido yo, ha sido la sabana que es eléctrica. Después de la intervención, a la sala de recuperación, le llaman URPA menudo nombrecito, consigo empezar a mover los dedos de los pies, todavía insensible en piernas y desde cintura para abajo, la respiración se va recuperando y trato de respirar profundamente, finalmente los pies ya se mueven, las piernas empiezan. Oiga enfermera, me da un zumito que estoy en ayunas desde la mañana, nada, nada, cuando le lleven a la habitación, llamamos en seguida para ver si ya se la han asignado. La habitación estupenda, lo siento ya no damos cena, lo máximo si quiere unas galletas y un zumito. Venga, lo que sea que tengo hambre. Te dan la medicación y adicionalmente un omeprazol y dos paracetamoles de 500 por si te duele, perdone, pero no quiero ver el omeprazol ni en pintura, a un amigo se lo dieron también para protección estomacal y le produjo una insuficiencia hepática que casi no sale del hospital. La noche se presenta larga, solitaria, no me cierre la persiana prefiero ver amanecer. A los dos días te dan el alta. Qué bonito es el día, la calle, los coches, la gente, que bien se está en casa. Que mal es tener que ir al hospital, pero peor es no poder ir por razones económicas o por el puto bufón que te quita Medicare.

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