miércoles, 14 de mayo de 2025

La casa iluminada

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/ 

Siempre que me relaciono con Valladolid me acuerdo de la familia Mazón, era el tío de mi mujer y tenía fama de ser uno de los comisarios mejores del reino, una especie de detective Colombo. No sé si recordáis la serie de televisión, un detective de la policía de Los Ángeles con una gabardina beige y una voz ronca inconfundible. Bueno, pues su aspecto era similar, con gabardina, un poco desaliñado, con pelo encrespado, parecía que no se enteraba de nada, pero no perdía detalle. Tenía muchos hijos, que yo recuerde ocho, y su casa parecía el camarote de los Hermanos Marx, no cabían más, entraban y salían los hijos con total libertad, las comidas eran abundantes y abiertas, no estaba claro cuantas personas iban a comer o cenar, pero de cualquier forma todo el mundo era bien recibido y cuando hablo de todo el mundo me refiero a familiares y a amigos de los hijos. La tía era simpática, franca, abierta, gordota, llevaba la casa como podía, porque aquello parecía más una comuna que una familia.

Pasamos unos días en su casa hace mucho tiempo y lo recuerdo como algo divertido, atractivo y al mismo tiempo contrapuesto con mi vida ordenada. Pero había un hecho que todavía los hacía más recordables y es que su casa era una luminaria, no había una sola habitación de la casa que no tuviera la luz encendida. Desde el atardecer hasta muy entrada la madrugada, todo era una feria de abril. Mira que alguno de los días llegábamos tarde a la casa, después de cenar en algún restaurante o de ir de tapeo por la zona de la Plaza Mayor o de la Antigua, pues siempre estaba toda la casa iluminada. Incluso en la noche profunda, con todos durmiendo, las luces en los pasillos y comedor no se apagaban nunca. Me intrigaba la razón de tanta luz e incluso se lo pregunté a uno de los primos y me dijo un poco misterioso que era una cosa del jefe, sin agregar nada más. No sé si era el miedo a la venganza de bandas o a no sé qué, pero el hecho es que vivían en una casa siempre iluminada. En Madrid, donde vivo, cuando leo algo en el periódico sobre la Casa Encendida, un centro cultural famoso aquí, me acuerdo de la casa de mis tíos de Valladolid y, no sé por qué, enciendo las luces de las habitaciones por donde paso.

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