viernes, 23 de diciembre de 2022

No podemos volver a casa por Navidad

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Casi todos los años por el otoño vamos a un balneario de aguas termales del norte de España, nos damos unos baños con chorros y nos parece que hemos limpiado todos los males interiores. Este año también hemos ido, pero un poco más tarde. Como no había tanta gente como cuando vamos en septiembre, había más posibilidad de interaccionar con la gente. El primer día de los baños nos fijamos que había una pareja joven con dos niños, no parecían ser de aquí. También los vimos en la comida y en la cena. Como el niño era muy travieso hubo ocasiones, de intercambiar excusas y perdones por parte de la madre, por las molestias que originaba el niño. Aparte de por el físico, también se le escapó un “spasibo” (gracias en ruso) que nos orientó sobre lo que intuíamos. En días posteriores, bien en la piscina termal o en las comidas, coincidimos varias veces y esto amplió nuestras conversaciones e información. Casi siempre hablaba ella en un español muy académico, él solo hablaba frases cortas con gran esfuerzo. Ella era ucraniana y él ruso, vivían en una gran ciudad de las que el avance ucranio había liberado hace poco, estaban cerca de la frontera rusa y hablaban ruso. Vivían bien, aunque últimamente habían empezado a tener problemas por ser el marido ruso, pero como ganaban bien sobre todo él, que era ingeniero informático, pues iban sorteando los problemas. Pero cuando empezó la concentración militar rusa cerca de las fronteras de Ucrania, sobre mediados de 2021, empezaron a ponerse nerviosos y sobre noviembre de 2021 decidieron marcharse de allí porque temían lo peor, como así sucedió. Dejaron su piso a los padres de ella, que vivían alquilados y en peores condiciones, y se vinieron para España. Él había encontrado trabajo fácilmente como informático en una gran compañía y ella, que era profesora en el departamento de lenguas extranjeras en la universidad, también encontró trabajo en una organización de acogida de refugiados, debido a que además de ucraniano y ruso hablaba español e inglés. Eran los primeros días de vacaciones que tenían y en general se desenvolvían bien, pero había un tema que les molestaba bastante y es que los niños tuvieran que aprender, además de español, otro idioma (el propio de la Comunidad autónoma) que no les iba a servir de nada en el futuro salvo que se quedaran dónde estaban ahora. Me estuvieron preguntando sobre las condiciones de vida, casa y trabajo en Madrid y yo les dije que estaban en un buen sitio y que salvo el inconveniente que indicaban, mejor no moverse. Además, pronto podrían volver a Ucrania y ellos con las lágrimas en los ojos dijeron que no podrían volver a casa por Navidad, ni en un largo tiempo. 

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