jueves, 11 de enero de 2024

El cabo, el parado y el obispo

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Habíamos aparcado muy bien al lado de una gran explanada que en un lado tenía una iglesia y en el opuesto varios edificios con prestancia. Como teníamos que volver para coger el coche, dejamos para más tarde ver la zona, bajamos una cuesta y preguntamos a un señor por donde caía la catedral, el tipo se ofreció gustoso a acompañarnos porque iba hacia aquel barrio. Él era un parado que recordaba muy bien, cuando era un zagal, que esta era una ciudad de mucho cura y especialmente como una larga serpiente negra cuando subían de excursión hacia el alto do Padornelo, más de mil seminaristas, una clara exageración una vez visto la capacidad del seminario que más tarde vimos situado al lado de la Catedral.

La Catedral es la única en todo el Camino del Norte que hay entre Santander y Santiago de Compostela. En el exterior de este templo destaca su gran rosetón circular en la fachada. El interior recoge diversos estilos arquitectónicos (románico, gótico y barroco), una gran nave central abierta desde la entrada hasta el altar mayor y dos naves laterales menores y cuenta con un claustro interior, con un cruceiro en su centro que da acceso al Palacio Episcopal. Aunque la catedral debía gustarme porque desde la entrada se ve toda la nave central hasta el altar sin ningún obstáculo, sin embargo, era fría y oscura y tuve que salirme rápido por el frio. El Seminario al lado de la Catedral tenía dos claustros, y en el interior alberga varias capillas y una biblioteca que guarda algún incunable. Parte de este edifico funciona hoy como alojamiento. Esta es la tierra de Álvaro Cunqueiro, figura de primera línea de la literatura gallega y española, y tiene un museo que no pasamos a ver.

Comimos de menú, sin nada que reseñar, en una taberna del barrio obrero. Estábamos, ya de vuelta, en la plaza de la que habíamos partido para ver el pueblo, cuando nos detuvimos para ver el gran escudo que hay en el antiguo hospital de San Pablo y San Lázaro, sobre la puerta principal, que dicen que es uno de los más grandes y uno de los dos viejos que había cerca charlando, se nos acercó para explicarnos que el edificio se dedicaba ahora a residencia de niños subnormales de toda la provincia. El compañero también se acercó, estaba en peores condiciones, con bastón, gafas y no se movía bien, “es el cabo”, me dijo, “ha tenido un derrame cerebral y no está muy bien, no es de aquí sino de una parroquia cercana en la sierra que al quedarse solo ha venido a quedarse con la hija y sabe Usted, como fue mi cabo, pues salgo con él a pasear”. Él tenía 82 años y decía que el cabo tenía uno o dos años más, así que eché las cuentas y en 1936 (guerra civil) debía tener unos cuatro años, por eso pensé que había hecho la mili (servicio militar) hacia principios de los años cincuenta, claro la mili entonces duraba mucho más (tres años) que en sus últimos tiempos de vigencia. Debieron ser tiempos que marcan y de ahí la gran fijación que tenía con el cabo.

Otras fijaciones eran que había sido seminarista pero que no siguió, que había sido jugador de fútbol del Coruña, “no se crea”, y que su padre había sido director de la cárcel hoy reconvertida en residencia de ancianos. Por su conversación pude inferir que su padre había tenido algún problema al oponerse a alguna acción irregular con algún preso de la cárcel (alguna de las salvajadas que ocurrían entonces) y que el hijo al ser seminarista consultó o pidió la intercesión del obispo de aquel entonces, quien le dijo que se dejara de historias y que se callara. Esta situación seguramente llevó al muchacho a dejar el seminario e irse a la mili. Después fue secretario judicial. Esto es casi todo lo que pude sacarle y aunque intenté varias veces saber el motivo de salirse del seminario, no hubo forma de que me lo dijera claramente. No seguí hablando con él, aquello no daba para más, nos despedimos y dejamos la ciudad obispal de Mondoñedo con la sensación de que era un buen sitio para historias.

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