sábado, 14 de enero de 2023

La Condesa y la Quina

 Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

Hace unos días fuimos a Chinchón que está a unos 45 minutos de Madrid por carretera. En la visita con guía de la ciudad, vimos su magnífica plaza mayor con soportales y su iglesia con un cuadro de Goya de la Asunción de la Virgen, una de las pocas pinturas religiosas de Goya, que lo pintó porque su hermano era capellán de esa iglesia. Está en el altar mayor a cierta altura, pero si hace sol y por la mañana se puede ver relativamente bien. Al lado de la iglesia se encuentra el teatro Lope de Vega, en el sitio que ocupaba el palacio de los condes de Chinchón que fue destruido durante la Guerra de Sucesión española, delante hay una estatua de la Condesa de Chinchón que fue mujer del IV Conde de Chinchón, nombrado por el rey de España Felipe IV Virrey de Perú, y que en la inscripción indica que era la descubridora de la quina. Esto me recordó mis años de estudios en que todavía se estudiaba la quina y la quinina y sus derivados. El descubrimiento de las propiedades de la quina (conocida como “cascarilla” o corteza de Quina) en el siglo XVII, parece que se produjo por parte de los jesuitas de Quito, quienes aprendieron el uso de la quina por sus cualidades febrífugas de los indígenas de la zona de Loja (Loja, diócesis de Quito). Los religiosos quiteños transmitieron ese descubrimiento a sus hermanos de Lima, y al parecer fue uno de ellos, confesor del virrey, quien le aconsejó su uso para la curación de la virreina que sufría las fiebres intermitentes tercianas junto con el virrey, pero en el caso de la virreina estaba tan grave que se temió por su vida. El médico del virrey parece que no se atrevió a probar en la condesa un tratamiento indígena desconocido. Lo probó primero con los enfermos del hospital de Lima, y ante el mal estado de la condesa y al observar que los enfermos mejoraban con el tratamiento usado por los indígenas, no duda en administrar los polvos de la corteza de quina a la condesa. Con los polvos amargos, la condesa se curó rápidamente, por esto se conocería la quina como "polvos de la condesa", "cascarilla de la condesa" o “cascarilla de los jesuitas”. La quina, parece que fue traída a España por los jesuitas, y sus propiedades curativas se difundieron por toda Europa. Toda esta historia está muy discutida y es posible que se modifique ante nuevas pruebas sobre los hechos históricos. El árbol de la quina fue denominado por Linneo como “Cinchona officinalis” en honor de la Condesa de Chinchón, que transcribió el sonido español “chi” a la manera italiana “ci” y lo describió en 1742 a partir de las muestras traídas de Perú en 1737 por La Condamine, quien visitó los bosques de la provincia de Loja para describir el árbol de la quina. Su corteza molida fue el único remedio eficaz contra el paludismo durante dos siglos, hasta que en el siglo XIX (1820) aislaron y se purificó el alcaloide bautizado como quinina por los franceses Pelletier y Caventou, que en el siglo XX fue sustituido por compuestos sintéticos. Es curioso que casi cuatro siglos después otra mujer la Dra. Youyou Tu recibió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 2015 por descubrir la eficacia contra la malaria de la artemisina extraída de la planta Artemisia annua. El punto de partida de su investigación estuvo basado en la exploración de textos sobre medicina china tradicional. La artemisinina representó una nueva clase de antipalúdicos que matan con rapidez los parásitos en una etapa temprana de su desarrollo. En la visita vimos muchas más cosas interesantes, pero lo relacionado con la quina fue lo que me retrotrajo a tiempos pasados y por eso lo cuento.

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