lunes, 25 de diciembre de 2017

Que la Máquina te acompañe, que la Navidad te acompañe

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/
      Me ha parecido que después de tanta comunicación técnica y a veces farragosa, en tiempos relajados y de compartir buenos deseos y futuros venturosos, bien podía enviar una felicitación y una pequeña narración. Espero que os guste.
      "No es que fuéramos amigos pero nos veíamos de vez en cuando por las mañanas cuando paseábamos por el Pinar. Podríamos decir que éramos conocidos, misma urbanización, similar edad, mismo sitio de paseo, sin perro, todo ello crea una cierta corriente de simpatía. Casi siempre nos encontrábamos cuando el terminaba el paseo y estaba próximo a salir del pinar y yo empezaba el mismo. Solíamos intercambiar alguna noticia reciente, el cambio climático, el maldito nacionalismo que todo lo estropea y sobre todo lo último de Trump que siempre nos inquietaba. Una despedida hasta la próxima y cada uno seguía su camino. 
     Últimamente lo veía preocupado, y al despedirse decía frases misteriosas como “si la maquina quiere”, “la máquina manda”, “uno vive para la máquina”. Las primeras veces que le escuché referirse a la “máquina”, me pareció extraño, las siguientes veces pensé que podría estar relacionado con que estaba sometido a diálisis renal o similar. Pero había algo que me decía que no era eso. Sus prisas repentinas en terminar una conversación y salir corriendo, me indicaba algo diferente. La última vez que le vi, me salió de forma espontánea al despedirnos “que la máquina te acompañe”, me miró la expresión de la cara y me dijo “Dios te oiga”.
     La Navidad se acercaba y pasaron unos días sin verlo, y ya estaba preguntándome si le había pasado algo grave, hasta el punto que le pregunté a un conocido común sobre él. “Bueno no lo sé, pero tiene un cáncer de próstata y creo que está con radioterapia”. Entonces comprendí lo de la “máquina” y después de todo, no había cometido un error deseándole “que la máquina te acompañe”.
     El frío ha aumentado, las navidades se echan encima, los supermercados están muy pesados con tanto villancico interesado y de pronto por sorpresa le veo otra vez saliendo del pinar, más delgado, más sonriente, y ya no me nombra la máquina, ha debido acabar el suplicio. Que “la Navidad te acompañe”, me despido, y él sonríe con aire cómplice."

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