jueves, 18 de julio de 2013

Viajar es vivir, Estaca de Bares

    Unos días de descanso, en las Rías Altas de Galicia, nos habían llevado a recorrer lugares que me han recordado estudios de la niñez, Estaca de Bares. Bueno, mira que ha pasado tiempo desde mi enseñanza primaria y no se me había borrado de la memoria. Salimos de El Ferrol para recorrer la costa por el Norte. Llegamos a San Andrés de Teixido, considerado como el segundo santuario de Galicia. Desde lo alto de la montaña de acceso se ve una iglesita pequeña rodeada de casitas. Cuando se accede al caserío, el santuario y muchas de las casas de alrededor están revestidas de blanco con agujeros donde se ven las piedras, parecen como casas dálmatas, aunque la piedra tiene color pardo – marrón, de musgo no reciente.
La iglesita de estilo gótico – barroco de los siglos XVI y XVIII, con una puerta lateral que no se usa de estilo románico que queda de la iglesia anterior, así como unos murales pintados que están detrás del retablo y que no se ven, aunque uno de los que nos vendían recuerdos y que había sido monaguillo los había visto multitud de veces. Tiene un retablo que incluye la figura de San Andrés, que fue un apóstol compañero de Santiago y a quien está dedicado el santuario. Según decía la leyenda quien no conoce San Andrés de Teixido en vida lo conocerá una vez muerto. Parece ser que el Santuario de San Andrés, siempre se encontraba vacío provocando la soledad y desolación del santo que observaba con cierta envidia como el Apóstol Santiago era visitado por peregrinos de todas partes del mundo. Un día recibió la visita del Señor, como quiera que el Santo formulara sus quejas, el Todopoderoso le prometió que a su santuario acudirían en romería todos los mortales y, quien no lo hiciera vivo, vendría a verle muerto (en gallego “vai de morto o que non foi de vivo”).
Las casas de los alrededores, la mayoría tipo dálmata, viven del turismo. Me compré un bastón pero no era rústico sino industrializado, también compramos varias pulseras de ojos de gato para mis tres nietas y dos pajaritos de barro de esos que se llenan de agua y parece un pájaro cantando. Le había roto el anterior pájaro a una de mis nietas, Inés, y le había prometido comprarle otro.
No vimos los "milladoiros" o montones de piedras (rito de potencia que consistía en coger una piedra del monte y arrojarla en los milladoiros), que se encuentran en el Camino Viejo de San Andres de Teixido, camino que se realizaba a pie por los peregrinos, actualmente muy abandonado debido a que todo el mundo usa la nueva pista asfaltada para subir al santuario. Según revisé en la información turística, al menos existen 9 milladoiros de un tamaño grande y en buen estado de conservación, aproximadamente de 9 m de diámetro y una altura de unos dos metros. Nos indican que probablemente San Andrés se trate de un enclave de culto celta en su pasado y posteriormente cristianizado.
Seguimos el viaje por el mirador natural de Vixía de Herbeira, en la que parece ser la mayor cota de un acantilado sobre la mar que podemos encontrar en Europa, 620 metros de altura. Los acantilados originados por la entrada hasta el mar de la Sierra de Capelada, en cuyas partes más altas nos envolvió la niebla dándole un halo mágico a esta zona. Vimos vacas y terneros sueltos en la montaña así como caballos salvajes, pequeños de largas crines, de raza galego-astur y que según la leyenda fueron los que permitieron a los antiguos habitantes de esta zona resistir a los árabes cuyos veloces caballos se despeñaban en estos bravos montes.
Junto a los acantilados de la zona de Herbeira figura una placa recordatoria de Leslie Howard y de sus compañeros del vuelo 777 de la KLM, que el 1 de junio de 1943 fue derribado por una patrulla de Junkers 88 alemanes que sobrevolaban el golfo de Vizcaya a 150 millas del cabo Ortegal frente a los acantilados de San Andrés de Teixido. Las metralletas desgarraron el fuselaje del avión y los Junkers siguieron hasta la mar la caída en barrena de su presa. Murieron el piloto, 3 miembros de la tripulación y los 13 pasajeros, entre ellos Leslie Howard, cuando regresaban en un vuelo regular desde Lisboa a las Islas Británicas (Bristol). Leslie Howard, británico, estrella de Hollywood, de viaje por la península en una gira de conferencias por España y Portugal sobre cine, ha pasado a la historia como Ashley, el amante despechado de Escarlata O'Hara en Lo que el viento se llevó.
Al principio se creyó que el derribo fue debido a que los alemanes creían que iba en el vuelo el premier británico Churchill que había tenido una entrevista con el Presidente Roosevelt en el Norte de África el 28 de mayo de 1943, pero en 1984 el hijo de Leslie, el también actor Ronald Howard, recopiló en una biografía de su padre documentos ingleses y alemanes que probaban que el ataque estaba dirigido contra Howard considerado agente de los servicios secretos británicos en labores de información, espionaje y propaganda. El Gobierno británico le invitó a impartir una serie de conferencias en España y Portugal. El actor era una cara conocida y en ese momento parecía poca toda ayuda para evitar que la neutral España se decantara por el eje Berlín-Roma. Llegó a la península el 28 de abril de 1943. Primero pasó por Portugal. Luego, los círculos anglófilos del triste Madrid de la posguerra recibieron a Howard como un dios. Fue la estrella de recepciones, corridas de toros y juergas flamencas. El inglés consiguió introducir una inyección de moral en los partidarios de los aliados en España y se dedicó a recopilar información por medio de entrevistas con autoridades españolas, entre otros. Parece ser que entregó una carta de Churchill a Franco, por medio de una antigua novia española, Conchita Montenegro, mujer de un capitoste falangista que facilito la entrevista, para convencerle que no entrara en la guerra al lado de los nazis. Una historia intrigante y novelesca que ha sido objeto de más de un libro e incluso se ha intentado hacer una película con la historia. http://www.cafebaramarina.com/nordesiaibis.pdf
Seguimos a Ortigueira, una preciosa villa en medio de la ría del mismo nombre, donde comimos un buenísimo y abundante pulpo a feira en que por primera vez el pulpo era mucho más abundante que la patata. De allí a Bares, que por cierto en la entrada del pueblo ponen Vares, y al faro de la punta de Estaca de Bares, el punto más septentrional de la Península Ibérica, que se utiliza como separación del Atlántico y el Cantábrico. El faro es pequeño de altura (comparado por ejemplo con el faro del Cabo de Peñas) y casi daba la impresión de que no se vería desde el mar por la zona y matorral que hay detrás del faro, que sigue como una estaca hacia el mar y donde hacía un frío y viento tremendo. Por fin podía ver lo estudiado, la Estaca de Bares, un sitio bonito, solitario, frío, ventoso y digno de ver.

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