viernes, 19 de julio de 2013

Las aguas suben y bajan para acabar en la mar

    Creía que las aguas de los ríos como nuestras vidas terminan en la mar (bajan). Últimamente, quizás por una ligera depresión o puro realismo, incluyo expresiones que implican que las aguas (de mi rio) están próximas a la mar (eterna).
Recientemente he estado en el Parador de Tui (Pontevedra) en una de esas ofertas de paradores y realmente es un sitio bonito donde los haya. Aparte de Tui misma, al lado del rio Miño (frontera con Portugal) y no lejos de la desembocadura, con su catedral que tiene un pórtico y un claustro de valor y otros atractivos, puedes visitar la orilla española del rio con la ciudad de A Guarda como referencia, paseándote por el camino del Monte de Santa Trega que es el final de la desembocadura del Miño en la parte española. También visitamos en esta orilla entre otros: el Monte Tetón que posee un conjunto de arte rupestre donde se encuentra el petroglifo de círculos concéntricos más grande del mundo, aunque como diluviaba e íbamos por una pista forestal no disfrutamos plenamente de la excursión; la Fortaleza de San Lourenzo de Goián, fruto de su situación fronteriza con Portugal, del que quedan solo sus muros no muy bien conservados, que en sus alrededores alberga un parque y una playa fluvial donde vimos varias piraguas y sus gentes; y una iglesita (Sta Maria de Tomiño) cerca de Torrón, en la carretera de Tui a Guarda, era muy bonita, pequeñita y me encantó porque era de tipo románico con una pequeña parcela alrededor y también con cementerio pero estaba al otro lado de la carretera (no me gustan las iglesias con cementerio incluido). Me encantan las pequeñas iglesitas románicas tan pegadas a las pequeñas poblaciones, pero en Galicia conservan la costumbre de tener el cementerio alrededor, todavía si fueran con grandes terrenos alrededor y las tumbas en el suelo, seria pasable para un tipo supersticioso como yo, pero no, el terreno que las rodea es pequeño y hacen nichos de mármol verticales, un horror.
Además puedes pasar a través del puente internacional de Tui de estilo eiffeliano (diseñado por un ingeniero riojano inaugurado en marzo de 1886, casi un año y medio después de su entrada en servicio), a la orilla portuguesa visitando Valença do Minho y la fortaleza que se ha mantenido intacta y dentro tiene una Pousada (el equivalente portugués a Paradores) y todo tipo de comercios de toallas, sabanas, mantelerías, artesanías y similares que hacen furor en los españoles que la visitan, no hay que olvidar el viño verde, en este caso prefiero el maravilloso Albariño que puedes degustar en la orilla española.
Dos cosas se me grabaron, una en el Monasterio de San Campio -en sus servicios- que ponía en un cartel “si la orina está cargada beba agua del peregrino” (a mí no me hizo ningún efecto, sigue cargada, pero está claro que es porque soy hombre de poca fe), y otra en un cartel en la carretera cerca de un caserío “crecieron juntos de rapaciños y después de ocho años de paseo decidieron se casar” seguramente en alusión a alguna boda que tenía lugar en la zona. Por la noche brindé por los novios paseantes (conmovedor).
Desde el parador se ve el rio y paseando por un camino que lo bordea y va a Tui se observa la dirección de la corriente, y la corriente sube (no baja) a la mar. Al principio creía que la mar estaba en la dirección de la corriente, pero realmente está en dirección contraria, solo un día iba la corriente en dirección al mar. Está claro que esto se debe a que es una ría y la mar se adentra en la ría con la pleamar, pero como todo en las rías baixas es suave, amable, risueño, también las aguas de la ría llegan a la mar en un vals de suaves idas y venidas que hacen más llevadero el final.
Quisiera ser como las aguas de una ría que suben y bajan hasta que finalmente acaban en la mar.

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