martes, 8 de abril de 2025

El rico y el listo

 Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

No es fácil tratar con personas que se creen superiores bien en riqueza o intelectualmente. Lamentablemente he sufrido las dos situaciones y si me preguntáis cuál de las dos es peor, debo confesaros que la peor es la segunda, y todavía esta se agrava si encima lo tienes de jefe. Cuando se obvia la opinión, se te aleja de áreas de decisión, no se consideran los consejos, claramente adivinas que no estas a la altura de las posibles exigencias esperadas. Es difícil reaccionar a esta situación, el trabajo esforzado, ser optimista, no propiciar posibilidades de exclusión y no traslucir la aceptación de la supuesta inferioridad, puede ayudar a conllevar la situación sin que te sumerjas en una depresión. En el caso de gente que se cree superior por su riqueza, no es fácil tampoco convivir con ellos y todo depende del tipo de relación que mantienes. Si es solo solo relación de convivencia, lo mejor es dejar claro que ni quieres llevar su nivel de vida, ni tienes como hacerlo, pero que además no te importa. Me sobra con lo que tengo, no necesito más. Como no he tenido relación de dependencia no ha habido mayores problemas. He tenido amigos ricos, sobre todo en la época de estudiante, pero siempre han sido delicados y si había situaciones que implicaban gastos elevados o bien me invitaban o bien no participaba, así de sencillo. Lo cual era muy fácil de llevar, sobre todo si tienes claro lo que quieres. Un caso muy especial lo experimenté con un compañero de trabajo. Este tenía unas características muy singulares, era hijo y heredero de una gran fortuna, además era obeso y le gustaba apostar en las carreras de caballos. Esa era su vida, aparte de la profesional, comer bien y mucho y estar informado de todo lo relativo al mundillo de caballos y jokers (alguien que monta a caballos en carreras a nivel profesional), para poder apostar en las quinielas sobre las carreras que tenían lugar los fines de semana en el periodo de carreras. Se leía las revistas sobre las carreras, tenía fichas de los caballos, se sabía la genealogía de los caballos, de sus carreras anteriores, de las montas que habían tenido y de un sinfín de cosas que yo ni sabía que existían. Se le veía enfrascado en conversaciones telefónicas con los jokers para saber cómo estaban los caballos que montaban y con empleados del hipódromo para saber cómo estaban las pistas donde corrían. Todos los fines de semana se jugaba más de lo que yo ganaba en un mes, unas veces perdía y otras ganaba y en ese caso nos invitaba generosamente en un restaurante de mariscos. Su vida en lo profundo era triste, yo le perdí la pista y solo me llegó con el tiempo que tuvo problemas de abuso con auxiliares. En realidad, no teníamos nada en común y en el momento que dejamos de trabajar juntos, dejamos de relacionarnos. Puedo decir que visto en la distancia me sorprendo de lo limitado de ciertas vidas que además conllevan actitudes egoístas, que pretenden cubrir con dinero y eso como sabemos siempre acaba mal.

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