Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud
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Al principio, en el bosque, veías unas extrañas huellas en la tierra, como si un perro hubiera estado escarbando de forma continuada o como si un arado de reja corta dejara un surco poco profundo que a veces se ampliaba y profundizaba. Aparecían en las zonas más húmedas de los lados de los caminos o debajo de árboles y cerca de arbustos. Como no eran abundantes nos extrañaban, pero no les dábamos mayor importancia. Con el transcurso de los años cada vez eran más abundantes y aparecían en ciertas zonas como si un tractor las hubiera arado. Empezamos a darnos cuenta del fenómeno y claro está, al final, nos enteramos que eran los jabalíes.
Los que corrían por el Pinar al
anochecer, ya veían las manadas de jabalíes con sus ojos brillando en la
oscuridad y sus jabatos siguiendo a las madres, empezando a preocupar por su
número, aunque, como es un animal nocturno, por el día no los ves y casi no
afectaba al buen discurrir del bosque.
Últimamente ante las quejas
de algunos vecinos de la urbanización, de que los jabalíes habían entrado en
sus jardines y los habían destrozado, la Fundación que gestiona el bosque había
decidido hacer una cacería para disminuir su número.
Un día paseando por el bosque
vimos un grupo de caza con perros que se adentraba por los matorrales y
suponemos que hicieron su trabajo. El caso es que ya no aparecieron más señales
recientes de la presencia de jabalíes por el bosque.
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