El
tracto gastrointestinal tiene la tarea compleja de absorber nutrientes,
excluyendo la absorción de antígenos alimenticios, microbios luminales y sus
productos. La mucosa intestinal exhibe una propiedad de barrera selectívamente
permeable, que apoya esta tarea. La homeostasis de la función de la barrera
intestinal es crítica para la capacidad del tracto gastrointestinal de
articular reacciones agresivas contra los microbios entéricos mientras se
desarrolla la tolerancia oral para los antígenos alimentarios y las bacterias
comensales. Los trastornos de la función de la barrera intestinal se han
relacionado con una variedad de condiciones clínicas en diferentes rangos.
La
disbiosis
es un importante desequilibrio de la flora intestinal
(especies bacterianas o fúngicas) después de exposiciones disruptivas (tales como
enfermedades crónicas, estrés, procedimientos médicos o medicamentos, etc.) que produce
efectos negativos en el huésped. Parece que existe un
estado de disbiosis intestinal en aquellos pacientes que padecen cáncer
colorrectal (CRC), apuntando la disbiosis intestinal como uno
de los factores que promueven la aparición del CRC.
En el cuerpo humano, las bacterias suponen hasta
10 veces las células humanas. Esta colección de microorganismos (microbiota)
que contiene cada cuerpo humano, forma la población de ecosistemas complejos
llamados microbiomas en la piel, nariz, boca, estómago e intestinos. El
microbioma puede ser considerado como la suma de todos los microorganismos y
sus genomas, que habitan el cuerpo humano.
Alrededor del 99 por ciento de la microbiota del
cuerpo humano, unos 100 billones de bacterias de 1.000 especies diferentes, reside
en el microbioma gastrointestinal, que se considera cada vez más como un factor
determinante de la salud y la enfermedad, incluido el cáncer.
El microbioma parece ser un órgano bastante
complejo, compuesto de muchas variedades diferentes de microorganismos que sin
duda interactúan entre sí de maneras complejas, y que están influenciados por
muchos factores externos conocidos y desconocidos (exposición a microorganismos
después del nacimiento, genética, dieta, uso de antibióticos, factores
ambientales, etc.).
La microbiota intestinal se reúne sobre los 5
años, tiende a ser compartida entre los miembros de la familia y puede
transmitirse a través de generaciones.
Una
de las funciones más importantes de la microbiota intestinal es el metabolismo
de compuestos no digeribles por las enzimas digestivas humanas. Los
microorganismos producen diversas enzimas y rutas bioquímicas, distintas a las
que se encuentran en el huésped, permitiendo así el aprovechamiento de
alimentos ingeridos en la dieta que no podrían ser utilizados por las células
del hospedador. Se ha demostrado que las bacterias del intestino participan activamente
en el metabolismo de carbohidratos resistentes a la digestión humana. Sin
embargo, se desconoce el papel de la microbiota intestinal en el metabolismo de
las proteínas.
Se ha encontrado que el
consumo de bacterias productoras de ácido láctico, junto con algunos factores
dietéticos, tales como fibras y verduras crucíferas (brócoli, col, coliflor,
grelos, coles de Bruselas, col rizada o 'kale', lombarda, etc.) está
inversamente correlacionado con la incidencia de cáncer colorrectal (CRC) en
los seres humanos. En el caso de los compuestos mutagénicos conocidos como
Aminas heterocíclicas (HCA), las bacterias que producen ácido láctico pueden
prevenir la inducción de daño al ADN relacionada con las HCA, por unión directa
a estas aminas a través de los componentes de su pared celular.
La presencia de esta
población específica de bacterias puede potenciarse por su ingestión directa
(probióticos (1)), generalmente en productos lácteos fermentados, o por el
consumo de oligosacáridos no digeribles (prebióticos (2)), que pueden actuar
como sustratos específicos para lactobacilos y bifidobacterias. Es importante
destacar que, dos de estos prebióticos no digeribles, lactulosa e inulina,
también han demostrado disminuir el nivel de daño al ADN inducido por
carcinógeno en el colon de roedores.
La modulación de la
microbiota intestinal por probióticos y prebióticos puede impactar
positivamente en la comunicación cruzada entre el sistema inmunológico y la
microbiota. Los modelos preclínicos proporcionan evidencia de que la
administración de probióticos tiene efectos protectores frente al CRC por
actividades antineoplásicas y antiproliferativas, reducción de focos de cripta
aberrantes (3), formación de ácidos grasos de cadena corta (4), reducción de
citoquinas proinflamatorias (5), inhibición de patógenos y microorganismos
cancerígenos, inmunoestimulación y reducción de la actividad enzimática procancerígena.
(1)- Probióticos, son microorganismos vivos que aportan
beneficios saludables en el individuo cuando son administrados en cantidades
adecuadas. Los probióticos: mejoran el desequilibrio de la flora intestinal
(aumentan Lactobacillus y Bifidobacterium spp. y disminuyen Staphylococcus y Escherichia); mejoran las condiciones físico-químicas del colon
(disminuye el PH y productos de desecho); refuerzan la barrera epitelial
intestinal; disminuyen la producción de enzimas perjudiciales; aumentan
metabolitos anticarcerígenos; disminuye la inflamación. Parece que cepas
probióticas tales como el bifidobacterium longum o lactobacillus acidophilus
mejoran la disbiosis intestinal. Los desafíos en la recomendación de un
probiótico específico a los pacientes que necesitan restaurar o mejorar su
microbiota normal, después de que se produce un acontecimiento perturbador, es
doble: uno es la diversidad de productos probióticos disponibles y dos es la
fuerza variable de la evidencia proporcionada por ensayos clínicos usando
diferentes medidas de resultado y diseños de estudio.
(2)- Prebióticos, son sustancias de la dieta
(fundamentalmente polisacáridos no amiláceos y oligosacáridos no digeribles por
enzimas humanas) que nutren a grupos seleccionados de microorganismos que
habitan en el intestino favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas
sobre las nocivas (World Gastroenterology Organisation). Los prebióticos sirven
como sustrato para los microorganismos colónicos originando energía, sustratos
metabólicos y micronutrientes esenciales para el hospedador, además, estimulan
el crecimiento selectivo de determinadas especies beneficiosas de la microbiota
intestinal, principalmente bifidobacterias y lactobacilos. De los prebióticos,
solamente existe evidencia científica de sus propiedades en humanos en el caso
de los fructanos (tipo inulina y los fructo-oligosacáridos (FOS)), los galactooligosacáridos (GOS), la lactulosa y
los oligosacáridos de leche humana (HMO). Prebióticos tales como la lactulosa o
la inulina, parecen jugar un papel positivo en disbiosis.
(3)-
Focos de cripta aberrantes, son
lesiones
histopatológicas que se consideran como el paso intermedio entre el epitelio
colónico normal y el crecimiento adenomatoso. Focos de cripta aberrantes se
forman antes de los pólipos colorrectales y son uno de los cambios más
tempranos que se pueden ver en el colon que pueden conducir al cáncer.
(4)-Formación de un
ácido graso de cadena corta (SCFA), el butirato, un ácido graso de cadena corta
producido durante la fermentación microbiana de carbohidratos complejos indigeribles
tales como fibra, por ejemplo, inicia la detención del crecimiento y la
apoptosis de las células epiteliales del colon in vitro. Así podría no solo
tener funciones antineoplásicas, sino también un papel antiinflamatorio importante.
(5)-
Reducción de citoquinas proinflamatorias. La regulación de citoquinas inducidas
por microbios es crítica para la homeostasis inmune intestinal. La estimulación
aguda del Dominio de oligomerización de nucleótidos que contiene la proteína 2 (NOD2), sensor asociado a la
enfermedad de Crohn de peptidoglucano bacteriano, induce citoquinas. La NOD2 es
un receptor de reconocimiento de patrones citoplasmáticos que está ligado al
desarrollo de la enfermedad de Crohn en seres humanos.
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