Sobre la posibilidad de presentar una alternativa para promover una excepción a los derechos exclusivos conferidos por una patente ante una situación de gasto desorbitado para el servicio de salud, como la que se produce para tratar la hepatitis C crónica con Sofosbuvir (comercializado como Sovaldi del Laboratorio Gilead) y otras similares y por tanto conseguir la concesión de una licencia obligatoria por necesidades de salud pública.
Los
sistemas nacionales de salud o de seguridad social (SNS/SS) de los países desarrollados
que prácticamente financian la práctica totalidad de los medicamentos éticos comercializados
en el país enfrentan una grave amenaza al equilibrio financiero de su SNS/SS
debido a los montos que representan los nuevos medicamentos biotecnológicos
introducidos y por introducir.
Los diferentes
interferones, anticuerpos monoclonales como bevacizumab
(Avastin de Roche, anticuerpo monoclonal IgG1 recombinante
humanizado, cáncer colon), trastuzumab (Herceptin de Roche, anticuerpo monoclonal IgG1 kappa, cáncer de mama), adalimumab (Humira
de AbbVie, anticuerpo monoclonal IgG1 recombinante
humano, artritis reumatoide), etanercept (Enbrel de Pfizer, compuesto
de 2 partes, una porción de la inmunoglobulina humana y un receptor del factor
de necrosis tumoral, enfermedades de origen autoinmune,
artritis reumatoide), etc.
También
los últimos lanzamientos de sofosbuvir (Sovaldi, Gilead Sciences, antiviral
inhibidor de la polimerasa para tratar la hepatitis C crónica), tiopronin (Thiola,
Retrophin/Mission Pharmacal Company, prevención de la formación de cálculos de cistina
en el riñón en pacientes con cistinuria grave que no responden a tratamientos
establecidos), y eculizumab (Soliris,
Alexion Pharmaceuticals, para un trastorno de la sangre extremadamente raro, el
costo está por encima de $ 440,000 al año - por lo que es el fármaco más caro
de la historia), han ilustrado a muchos que esta tendencia es insostenible y se
requieren cambios reales en la fijación de precios, la innovación, e incluso el
sistema de patente dentro de la industria farmacéutica. Otros han achacado a la
corrupción, culpando a los CEO pensando solo en el lucro y una industria aprovechándose
de los pacientes necesitados. A decir verdad, sin embargo, los factores que
afectan a la estrategia de precios de los medicamentos son menos obvios y mucho
más complejos (http://hopkinsbio.org/biotechnology/drug-pricing-complexity-whats-behind-scene/).
La
ola de ventas en bolsa (23/12/2014), impulsado por el anuncio ayer de Express
Scripts Holding Co. de que bloquearía a sus pacientes estadounidenses de
conseguir Harvoni (sofosbuvir y ledipasvir, de Gilead Sciences) que cuesta $
94.500 para un curso de 12 semanas y se prevé que sea uno de los fármacos más
vendidos de todos los tiempos contra la hepatitis C, ha enviado el Índice de Biotecnología
Nasdaq hacia abajo un 4,6%, la mayor caída en un día desde abril. Desde que Express
Scripts dijo que bloquearía la píldora, las acciones de Gilead han caído un 18
por ciento (http://www.bloomberg.com/news/2014-12-23/biotech-investors-bail-out-after-gilead-drug-price-fight.html).
Desde
luego hay que buscar una solución a estos precios desorbitados que son capaces
de originar unos gastos inasumibles en los SNS/SS de los países desarrollados. La
solución hoy no es posible a través de las excepciones que otorga el Acuerdo ADPIC
(la concesión de licencias obligatorias para que terceros fabriquen una
invención patentada sin el consentimiento del titular de la patente), porque
está pensado para los países más pobres y en situaciones de crisis de salud
pública (Declaración relativa al acuerdo sobre los ADPIC y la salud pública, adoptada
el 14 /11/2001 http://docsonline.wto.org/imrd/directdoc.asp?DDFDocuments/v/WT/Min01/DEC2.doc).
Otra
alternativa es la presión negociadora basada en que no obtienen la aprobación
de financiación por el sistema público hasta que no bajan significativamente el
precio. En que por un lado están las expectativas de los pacientes afectados,
seguramente a través de asociaciones estimuladas por fondos procedentes de los
propios laboratorios (“la salud es lo primero”, “no se deben poner barreras a
la vida” y similares siempre a costa del sistema, no de los laboratorios que no
ponen barreras a su lucro desmedido) y por otro el sistema público que no cede
hasta que se llegue a un acuerdo medio razonable, al que se llega cuando el
laboratorio hace sus cuentas y calcula que puede no ganar suficientemente si no
cede lo necesario para ganar durante más tiempo y cuanto antes porque claro vienen
los “Yo Tambien” (medicamentos) a precios inferiores pisándole los talones y
pueden reducir el tamaño del pastel.
Otra
posibilidad es que el laboratorio cobre lo que quiera que yo hacienda después te
voy a poner la mano encima para que adelgaces lo suficiente, pero esto no
funciona, una vez que tienen los dineros, como la mayoría de las veces se trata
de multinacionales, ya se arreglaran para justificar precios de materia prima altísima
con sus matrices y otras triquiñuelas defendidas por gabinetes de abogados que
se las saben todas y se ganan los favores en las instancias adecuadas. Es decir
un desastre para el sistema y el país. Esto en los países desarrollados imagínense
en los países en desarrollo.
Lamentablemente
todos tienen derechos, los pacientes a tener los mejores y más caros medicamentos,
los laboratorios a tener las mayores ganancias y los ciudadanos a votar a los
que les prometen los menores impuestos. El resultado es un sistema con sus
finanzas en situación cada vez más precaria. Algo habrá que hacer y cuanto antes
mejor.