Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud
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Habíamos
leído que habían cambiado la decoración del hotel y como hacía unos cinco años
que no pasábamos por allí y estaba a una distancia no muy grande, pensamos que
era una buena ocasión para ver lo bonito que había quedado y disfrutar de unos
días de relajación. Desde luego habían hecho una buena redecoración y merecía
la pena disfrutar del nuevo ambiente. Sentarse en el patio cubierto y tomarse
una bebida en la tarde enseguida anochecida, era un lujo placentero, y dormir en
la habitación con vistas a la plaza mayor porticada libre de coches, una inmersión
en otra época. En el
desayuno del siguiente día, una de las camareras nos preguntó si vimos “el
incidente” de la noche anterior en el comedor. Estuvimos en efecto cenando,
pero no sabíamos nada de ningún incidente. Preguntamos en que consistió, pero
por mucho que insistimos no nos contaron más del mismo.
Después del desayuno nos
fuimos a Santo Domingo de Silos y aunque ya lo habíamos visto con anterioridad,
siempre te atrae ver nuevamente el magnífico claustro románico y escuchar el
canto gregoriano que practican en el monasterio. Después del claustro, vimos la
botica ya que los monjes gestionaron un hospital en la Edad Media, y el museo donde se
exponen las piezas principales que se salvaron de la desamortización
del siglo XIX por el cual se expropiaron y subastaron los bienes ligados a la
Iglesia
católica y las órdenes religiosas.
Como teníamos que esperar para escuchar el canto gregoriano
en el oficio de Sexta (13:45), nos dio tiempo para ir al Desfiladero de La
Yecla, un paraje natural horadado en la roca por un riachuelo, con pasarela
volada transitable, que nos recorrimos. Fuimos también a ver, cerca de allí, la
ermita de Santa Cecilia del siglo X con una galería porticada con algunas
formas románicas, sobre una elevación de piedra caliza, y en un lado del
promontorio puede verse una fuente con dos caños de agua abundante que sale de
la roca y que uno se pregunta de donde procede. En el otro lado corre un
pequeño rio donde pueden verse los restos de un puente romano, que se correspondía
con una calzada romana secundaria.
Volvimos al Monasterio y
el canto
gregoriano, aunque otras
veces escuchado, siempre te deja impresionado y estremecido y eso que no
entiendes nada
al estar compuesto principalmente
a partir de versículos de la Biblia en latín. Completamos el día con la visita
a Covarrubias, preciosa villa medieval y aunque todos sus monumentos estaban
cerrados por ser martes (en todos los sitios es el lunes), merece la pena caminar
por sus calles
empedradas y recordar las historias de las dos mujeres más famosas del lugar:
Doña Urraca y la princesa Kristina de Noruega. El Torreón de Fernán
González en donde éste encerró a su hija Urraca para que no se casara con un humilde
pastor del pueblo, es una auténtica joya de la arquitectura militar anterior al
siglo X. Doña Urraca acabó a lo largo de su vida casándose con tres hombres elegidos
por su padre, convirtiéndose en reina consorte de León en dos ocasiones y reina
consorte de Pamplona. Por otra parte, y aunque no vivió aquí, una estatua rinde
homenaje a la infanta Kristina de Noruega que se casaría con el hermano del rey
Alfonso X el Sabio. La princesa nunca superó la profunda tristeza que contrajo
al separarse de su amada tierra nórdica y de sus familiares, muriendo de pura
melancolía cuatro años después de llegar a nuestro país. Las dos mujeres están
enterradas en el claustro de la excolegiata de San Cosme y San Damián.
Volvimos al hotel ya
cansados, cenamos y aunque no obtuvimos más información del incidente, he
construido un relato que puede ser más o menos verosímil. Creo que el incidente
ocurrió entre dos parejas que entraron en el comedor esa noche después de nosotros, en un intervalo de tiempo pequeño. Se
sentaron en mesas contiguas enfrente de la nuestra, separadas por una fila y algo me
atrajo de ellas porque los estuve observando durante la cena. Una pareja estaría
en los sesenta muy bien cuidados, él con el pelo blanco, cuidadosamente
despeinado hacia arriba, ella más clásica con el pelo cano. La otra pareja mucho más
joven la habíamos conocido en el desayuno, ella hablaba bien el español porque
era descendiente de españoles y él con la piel morena con rasgos árabes, no
hablaba. Estaban recorriendo España de parador en parador. La primera pareja pidió
champan o cava y después un vino tinto, debían estar un poco achispados y
debieron estar hablando de lo que estaba pasando en Gaza con comentarios no
favorables hacia los palestinos. La segunda pareja, no tomaron vino en la
comida, por lo que vi, y el varón supongo que, al escuchar las expresiones y
comentarios de la mesa contigua, saltó, se levantó de la mesa y clavó un
cuchillo, de los que ponen para carne, en la mesa contigua y exclamó todo
iracundo “enough is enough” (ya es suficiente, no lo puedo soportar), en voz alta
que se oyó en todo el restaurante. Me imagino que todos se quedarían atónitos o
por lo menos alarmados. Después me imagino intervino el maître y alguna de las
dos parejas abandonó el comedor. Nosotros ya habíamos salido antes del comedor,
por tanto, todo esto no son más que conjeturas.
A la mañana siguiente no vimos a la pareja joven, imaginamos que siguió su viaje por España. No puedo negarlo, es difícil sustraerse al horror televisado diariamente de la matanza de inocentes en Gaza y quizás por ello di ese contenido al incidente. Solo quiero expresar un deseo, que cese la matanza y devuelvan los rehenes.