Hacía tiempo que quería
hacerlo, los últimos trastornos de salud me dijeron que no debía retrasarlo.
Muy joven, sobre los nueve o diez años había escrito una carta al futuro y
quería recuperarla. La empresa no era fácil, habían pasado más de sesenta años,
estaba escrita con papel y lápiz y escondida debajo de una piedra en una ladera de un camino que
iba a una casa en el campo. No había vuelto por allí y era muy loco pensar que
pudiera encontrar la carta. A pesar de ello quería intentarlo. Era tiempo de
descuento, como en los partidos, y un viaje cerca del pueblo me iba a dar la
ocasión. Me acompañó desde el pueblo un sobrino nieto de nueve años que vivía
en el pueblo y conocía bien el camino.
Fuimos
en coche porque habían construido una carretera y cuando llegamos a donde
recordaba más o menos que había escondido la carta, el paisaje había cambiado,
habían plantado pinos en la ladera y movido tierras, me di cuenta
que era una misión imposible. Estaba en el margen de la carretera,
desilusionado, con un niño de nueve años que empezaba a inquietarse y yo no quería
dar mi brazo a torcer.
De
pronto se me ocurrió que podría regresar al pasado de forma indirecta, cogí un
cuaderno que siempre llevo conmigo, lo abrí por una hoja limpia y se lo di a mi
sobrino nieto con un lápiz. Vas a escribir una carta, le dije, en ella vas a
poner lo que quieres ser en el futuro y la vas a esconder en la ladera debajo
de una piedra. Esta carta la puedes recuperar dentro de unos treinta o cuarenta
años y será para ti divertido ver lo que quieres ahora y lo que has conseguido
realmente. Al principio no pareció muy interesado en el tema, pero le dije que
se iba a ganar diez euros y yo no iba a leerla. Tómate todo el tiempo que
quieras, yo mientras pasearé por aquí.
Al
cabo de un tiempo me dijo que había acabado y que iba a esconder la carta. Me
senté en el coche y disimulando vi donde escondió la carta. Le di el dinero y
regresamos al pueblo. Esa tarde dije que me iba a pasear al castillo, pero
realmente me fui a buscar la carta. Estaba bien doblada en el sitio que la
escondió y leí lo que escribió.
“Hola
futuro, este abuelo se ha empeñado en que escriba sobre lo que quiero ser, como
me paga y no pierdo nada, voy a hacerlo. Quiero salir del pueblo y estudiar, no
quiero ser futbolista como mis amigos porque no me gusta el fútbol y juego mal,
me gustaría ser astronauta y viajar a Marte, pero tengo miedo a los aviones, lo
que quiero es descubrir algo que destruya los plásticos, me dio mucha pena la
ballena muerta en la playa con la barriga llena de bolsas y botellas de
plástico, también quiero inventar algo que cure a mi tiita del cáncer. Ah,
también quiero que a míster Trompa le dé una cagalera muy fuerte que le tenga
en el retrete un buen tiempo sin salir por televisión, así papá no se enfadará
tanto de verlo. Bueno no se me ocurre más y como solo lo voy a leer yo, con
esto vale.”
Doblé
la carta y la puse cuidadosamente en el mismo sitio que la escondió. Al día
siguiente me despedí de mis familiares y seguí mi viaje muy contento porque,
aunque no había encontrado la carta al futuro que escribí, si leí una seguramente
similar a la que yo habría escrito.