Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/
No es fácil tratar con personas que se creen
superiores bien en riqueza o intelectualmente. Lamentablemente he sufrido las dos
situaciones y si me preguntáis cuál de las dos es peor, debo confesaros que la
peor es la segunda, y todavía esta se agrava si encima lo tienes de jefe.
Cuando se obvia la opinión, se te aleja de áreas de decisión, no se consideran
los consejos, claramente adivinas que no estas a la altura de las posibles
exigencias esperadas. Es difícil reaccionar a esta situación, el trabajo
esforzado, ser optimista, no propiciar posibilidades de exclusión y no
traslucir la aceptación de la supuesta inferioridad, puede ayudar a conllevar
la situación sin que te sumerjas en una depresión. En el caso de gente que se
cree superior por su riqueza, no es fácil tampoco convivir con ellos y todo
depende del tipo de relación que mantienes. Si es solo solo relación de
convivencia, lo mejor es dejar claro que ni quieres llevar su nivel de vida, ni
tienes como hacerlo, pero que además no te importa. Me sobra con lo que tengo,
no necesito más. Como no he tenido relación de dependencia no ha habido mayores
problemas. He tenido amigos ricos, sobre todo en la época de estudiante, pero
siempre han sido delicados y si había situaciones que implicaban gastos
elevados o bien me invitaban o bien no participaba, así de sencillo. Lo cual
era muy fácil de llevar, sobre todo si tienes claro lo que quieres. Un caso muy
especial lo experimenté con un compañero de trabajo. Este tenía unas
características muy singulares, era hijo y heredero de una gran fortuna, además
era obeso y le gustaba apostar en las carreras de caballos. Esa era su vida,
aparte de la profesional, comer bien y mucho y estar informado de todo lo
relativo al mundillo de caballos y jokers (alguien que monta a caballos en
carreras a nivel profesional), para poder apostar en las quinielas sobre las
carreras que tenían lugar los fines de semana en el periodo de carreras. Se
leía las revistas sobre las carreras, tenía fichas de los caballos, se sabía la
genealogía de los caballos, de sus carreras anteriores, de las montas que
habían tenido y de un sinfín de cosas que yo ni sabía que existían. Se le veía
enfrascado en conversaciones telefónicas con los jokers para saber cómo estaban
los caballos que montaban y con empleados del hipódromo para saber cómo estaban
las pistas donde corrían. Todos los fines de semana se jugaba más de lo que yo
ganaba en un mes, unas veces perdía y otras ganaba y en ese caso nos invitaba
generosamente en un restaurante de mariscos. Su vida en lo profundo era triste,
yo le perdí la pista y solo me llegó con el tiempo que tuvo problemas de abuso
con auxiliares. En realidad, no teníamos nada en común y en el momento que
dejamos de trabajar juntos, dejamos de relacionarnos. Puedo decir que visto en
la distancia me sorprendo de lo limitado de ciertas vidas que además conllevan
actitudes egoístas, que pretenden cubrir con dinero y eso como sabemos siempre
acaba mal.