Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/
Habíamos
aparcado muy bien al lado de una gran explanada que en un lado tenía una
iglesia y en el opuesto varios edificios con prestancia. Como teníamos que
volver para coger el coche, dejamos para más tarde ver la zona, bajamos una
cuesta y preguntamos a un señor por donde caía la catedral, el tipo se ofreció
gustoso a acompañarnos porque iba hacia aquel barrio. Él era un parado que
recordaba muy bien, cuando era un zagal, que esta era una ciudad de mucho cura
y especialmente como una larga serpiente negra cuando subían de excursión hacia
el alto do Padornelo, más de mil seminaristas, una clara exageración una vez
visto la capacidad del seminario que más tarde vimos situado al lado de la
Catedral.
La Catedral es la única en todo el Camino del Norte que hay
entre Santander y Santiago de Compostela. En el exterior
de este templo destaca su gran rosetón circular en la fachada. El interior recoge
diversos estilos arquitectónicos (románico, gótico y barroco), una gran nave
central abierta desde la entrada hasta el altar mayor y dos naves laterales
menores y cuenta
con un claustro interior, con un cruceiro en su centro que da acceso al Palacio
Episcopal. Aunque la catedral debía gustarme porque desde la entrada se ve toda
la nave central hasta el altar sin ningún obstáculo, sin embargo, era fría y
oscura y tuve que salirme rápido por el frio. El Seminario al lado de la
Catedral tenía dos claustros, y en el interior alberga varias capillas y una
biblioteca que guarda algún incunable. Parte de este edifico funciona hoy como
alojamiento. Esta es la tierra de Álvaro Cunqueiro, figura de primera línea de
la literatura gallega y española, y tiene un museo que no pasamos a ver.
Comimos de
menú, sin nada que reseñar, en una taberna del barrio obrero. Estábamos, ya de
vuelta, en la plaza de la que habíamos partido para ver el pueblo, cuando nos
detuvimos para ver el gran escudo que hay en el antiguo hospital de San Pablo y
San Lázaro, sobre la puerta principal, que dicen que es uno de los más grandes
y uno de los dos viejos que había cerca charlando, se nos acercó para
explicarnos que el edificio se dedicaba ahora a residencia de niños subnormales
de toda la provincia. El compañero también se acercó, estaba en peores
condiciones, con bastón, gafas y no se movía bien, “es el cabo”, me dijo, “ha tenido un derrame cerebral y no está muy
bien, no es de aquí sino de una parroquia cercana en la sierra que al quedarse
solo ha venido a quedarse con la hija y sabe Usted, como fue mi cabo, pues
salgo con él a pasear”. Él tenía 82 años y decía que el cabo tenía uno o dos
años más, así que eché las cuentas y en 1936 (guerra civil) debía tener unos cuatro
años, por eso pensé que había hecho la mili (servicio militar) hacia principios
de los años cincuenta, claro la mili entonces duraba mucho más (tres años) que
en sus últimos tiempos de vigencia. Debieron ser tiempos que marcan y de ahí la
gran fijación que tenía con el cabo.
Otras
fijaciones eran que había sido seminarista pero que no siguió, que había sido
jugador de fútbol del Coruña, “no se crea”, y que su padre había sido director
de la cárcel hoy reconvertida en residencia de ancianos. Por su conversación
pude inferir que su padre había tenido algún problema al oponerse a alguna
acción irregular con algún preso de la cárcel (alguna de
las salvajadas que ocurrían entonces) y que el hijo al ser seminarista consultó
o pidió la intercesión del obispo de aquel entonces, quien le dijo que se
dejara de historias y que se callara. Esta situación seguramente llevó al
muchacho a dejar el seminario e irse a la mili. Después fue secretario
judicial. Esto es casi todo lo que pude sacarle y aunque intenté varias veces
saber el motivo de salirse del seminario, no hubo forma de que me lo dijera
claramente. No seguí hablando con él, aquello no daba para más, nos despedimos
y dejamos la ciudad obispal de Mondoñedo con la sensación de que era un buen
sitio para historias.
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