Me obligaron a subir a un coche, me pusieron una capucha, la habitación donde me encerraron debía ser interior porque no oía ruidos.
Pidieron por mi rescate 500 mil dólares, nunca me vi tan valorado. Me soltaron las manos para ir al servicio, tiré del lóbulo de mi oreja y se iluminó la pantalla de Internet en el cristal derecho de mis gafas, envié un Twitter de socorro con mi posición GPS.
Cuando me liberaron estuvieron de acuerdo en que implantarse un chip subcutáneo para controlar un ordenador en la nube era buena idea.
Cuando desperté sonaba un villancico.
Que la Navidad nos haga soñar con un mundo mejor. Felices Fiestas y que el próximo año seamos mejores con nuestra familia, con los amigos, con el país, con el mundo.
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