El viernes pasado, 3 de junio, terminó el último módulo del “Diploma de Farmacoecoeconomía y análisis del uso de los Medicamentos”. Recogí las evaluaciones y los materiales del curso, al mismo tiempo que me despedía de los últimos alumnos en terminar la evaluación, ....
Mirna, de México, que de forma sorprendente para mí ha asistido a todos los módulos viniendo desde México, seis veces en seis meses ha hecho el viaje de ida y vuelta para seguir el Diploma, callada y trabajadora, siempre con su portátil y con su sonrisa.
Reina, de Valladolid, empezó haciendo un módulo para ver que era aquello y ha acabado haciendo el Diploma completo, le tenia un gran aprecio por gran espíritu de superación (enfermera y después médico), con gran esfuerzo fue entendiendo los árboles de decisión, los dibujó y aplicó también en Excel, luchó por asimilar las herramientas del Web 2.0 e incluso en el último modulo la vi manejando un portátil que debía haberse comprado hacia muy poco.
Nuria, catalana – aragonesa, tan pragmática, exigente, y amalgamadora del grupo, pensé que con personas como ella la Sociedad estaba salvada, el país podía seguir adelante.
Ester, de Barcelona, o la supervivencia, siempre situada en el límite, ya iba a abandonar la consultora donde la exprimían para pasarse a la industria, no les debía nada, había pagado bien lo que había aprendido y veía que no le iban a enseñar mucho más.
Nora, de Honduras, ejemplo de tantos profesionales de América Latina que tratan de instalarse en España y encuentran todas las dificultades del mundo para trabajar, son explotados, están dispuestos a hacer cursos si eso puede suponer una mejora para sus condiciones de contratación, pero mi experiencia me dice que hasta que no obtienen la tarjeta de residencia y la homologación de sus títulos lo pasan mal y ahora mucho más, ánimo.
Aranzazu, parece un alma en pena, viene a las clases cuando puede, pero tiene una gran determinación y lo ha conseguido, aunque es cierto que no le he aplicado el reglamento.
Marta, de Madrid, la veo ausente, no esta quemada por el sol se ha puesto colorete, me dice, tiene una sonrisa parecida a Gioconda, me da la impresión que está en paro, aguanta lo que le echen siempre con su esfumato (del italiano sfumato, es un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía).
Carolina, de Madrid, siempre atenta con sus ojos escudriñadores, y si es necesario sonríe.
Marina, de Burgos, callada, al principio no debía saber nada de Excel, me contaron que repetía los casos en casa hasta que conseguía hacer bien los ejercicios.
No voy a describir a todos los alumnos, seria muy largo y quizás aburrido. Son los rasgos que me han quedado de algunos. Disculpadme por mi atrevimiento. Termino diciendo algo que he comprobado a lo largo de la vida, “Docendo, discendo” (enseñando, aprendo). Os recordaré con cariño.
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