sábado, 20 de diciembre de 2025

No podía volver a su casa en Navidad ni en ningún momento

Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud http://fecoainesta.blogspot.com.es/

La veíamos casi todos los días corriendo por el bosque. Era joven, en los veinte años, delgada, mediana estatura, ojos y pelo negros, aunque este último no se le veía mucho por el hiyab que llevaba. Tenía muy buen estilo al correr y a veces en la parte más recta y plana del camino, al lado del arroyo, aceleraba durante un tramo. Nos pasaba casi todos los días por el camino de ida al puente y la veíamos volver corriendo cuando volvía por el otro lado del arroyo. Empezaba a saludarnos y siempre nos preguntábamos de donde saldría esta tipa. Este diciembre con sus fríos heladores la seguíamos viendo, un poco más abrigada puesto que llevaba pantalón y chaqueta de chándal, pero no mucho más. Seguíamos con los saludos hasta que un día en que había una helada tremenda y había que llevar cuidado para no resbalarse en los charcos helados, la vimos pasar rápida como siempre, pero tropezó con una raíz de un pino que había en el camino y se cayó al suelo cuan larga era. Se debió hacer daño en una pierna, le ayudamos a levantarse y caminaba con mucho dolor así que nos prestamos a ayudarle a salir del bosque hasta nuestra urbanización donde se le podría llevar al hospital en coche. Ella llamó a su familia, pero los dos estaban en Madrid así que iban a tardar en llegar por lo que le dijeron que llamara a una ambulancia o un Uber porque iba a ser más rápido, que ellos irían a urgencias del hospital. Ante la situación me llegué a casa y con el coche la recogí y la llevamos a urgencias del hospital. Eso de que te salen a recoger en camilla en urgencias apenas llegas, solo se ve en las series de la Tele, aquí tienes que salir del coche llamar para que alguien salga a recoger a la persona que no puede andar y después de un rato te salen con una silla de ruedas sin prisa alguna. La metieron para dentro, pero aquello iba para rato, encima iba con el hiyab, mira que le había dicho que se lo quitara, que si tenían que identificarla para ponerle la pulsera, que si no llevaba ni el carnet ni la tarjeta sanitaria, menos mal que se acordaba del número de carnet y se lo aceptaron. En fin, que me quedé sentado esperando que le hicieran una radiografía, y si tenía fractura le enyesaran, pero en estas llegaron los padres de acogida y yo me marché dándoles mi teléfono para que me dijeran como había ido todo, me dieron las gracias muy efusivos y les deseé lo mejor. Al día siguiente me llamó Nora, así se llamaba la joven del hiyab, y me dijo que se había fracturado la tibia con piel intacta y se la habían enyesado, que me agradecía mucho todo lo que habíamos hecho por ella, le contesté que lo habíamos hecho con gusto y que se curase pronto para poder irse a su casa por Navidad. Me dijo que no podía volver a su casa en el Sahara porque tenía miedo de que le retuvieran y obligaran a casarse allí. Ella había venido con el programa “Vacaciones en Paz” y había estudiado en España, había vuelto a los campamentos, pero desde la pubertad no quería volver al Sahara, por lo que le había pasado a alguna amiga. Las familias en los campamentos saharauis de Tinduf, siguen ejerciendo un papel relevante en las decisiones sobre el futuro de las hijas, incluso cuando son mayores de edad y aunque tengan pasaporte español, se los retiran y no pueden salir. También hay que tener en cuenta que los saharauis, al ser mayoritariamente musulmanes sunitas, no celebran la Navidad como una fiesta religiosa propia. Así que ella se quedará con su familia de acogida sin importar mucho si es Navidad o no, ella vive aquí, ya es de aquí, y seguramente celebrará pasivamente las fiestas de aquí.

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