Antonio Iñesta. Blog Web2.0 y Salud
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Estábamos en Galicia en un viaje de relajación y
bienestar, en que combinamos unos días en un Parador y unos días en un
balneario con agua de mar, cuando una llamada intempestiva de una vecina de la
urbanización que no sabía que estábamos de viaje nos contó que Gab se había
perdido y que la pobre Mar estaba desolada. Le contamos que estábamos en
Galicia y que poco podíamos hacer, pero de cualquier forma me imagino que
habrían llamado a la policía. Sí, habían llamado a la policía municipal, pero
le habían dicho que poco podían hacer porque, aunque fuera mayor (84 años) iba
conduciendo su coche y mientras no hubiera un accidente era difícilmente
localizable. Nos quedamos con ello y que ya nos tendría al tanto. Las rías
bajas son una maravilla, y nos estaba haciendo un buen tiempo, es decir no
llovía, pero esto significa que, aunque las temperaturas no sean altas, el
tiempo natural de esta tierra es la lluvia, así que empezaba a calentarse el
ambiente. El rio Miño y su desembocadura mitigaba ese día el calor porque
empezaba a levantarse una niebla en el monte de Santa Tecla y alrededores, que
permitía pasear gratamente por un paseo entarimado que hay alrededor del Monte,
que en la parte del rio tiene playas aunque el agua debe estar fría y en la
parte de la costa tiene rocas que las hace impracticables, eso sí con restos de
troncos y con algas que cuando son abundantes como cuando ha habido borrascas,
siempre hay gente que las recoge y las seca con fines comerciales. Las
gaviotas, el gavión atlántico, los cormoranes, la pardela y otras aves que no
se identificar, son abundantes. Por este paseo pasan los peregrinos que siguen
el camino portugués y que atraviesan el rio Miño desde Portugal, en una barcaza
o en motora taxi, para seguir por la costa de Galicia, gente solidaria que ante
cualquier percance de los paseantes se ofrecen a ayudar con una sonrisa. Una
comida en A Guarda te pone en forma con los pescados y mariscos de la zona.
Este año los mejillones son escasos y pequeños, parece que no crecen, dicen que
por las lluvias abundantes y no se fijan en las cuerdas de las bateas y además
hay una alta mortandad, lo notamos porque los que sirven en los restaurantes
son pequeños y delgados. En el balneario de agua salada, cerca de Bayona,
situado en una ladera frente a la costa agreste del Atlántico, el agua salada
sale a unos 35ºC, con lo que al principio notas una sala cargada de vapor un
poco sofocante, pero después rápidamente te acostumbras, además tienes en el
centro como una piscina redonda aislada con agua fría y dulce para que puedas
hacer contrastes con el agua caliente y salada. En la cena, a horas tempranas,
nuevamente la vecina nos informa que han encontrado el coche del desaparecido
que se había estrellado contra un árbol, no había nadie dentro y los daños del
coche eran pequeños, bueno pues ya nos dirás cuando lo encuentren. Mientras una
gaviota picoteaba en los grandes ventanales desde los que se veía la costa y el
mar chocando contra las rocas. Era una habitual tratando de obtener algún
alimento de los comensales, parecía que trataba de hipnotizarles y de vez en
cuando picaba y picaba en la ventana para llamar la atención. Algunos salían a
la terraza que había delante de los ventanales y les daba pan o restos de
comida.
Un día fuimos a Vigo y subimos al Monte del
Castro, el punto de origen de la ciudad, donde se asentaron los primeros
pobladores, con el yacimiento arqueológico del Castro que se aloja en la ladera del Monte que incluye la reconstrucción de 3
viviendas circulares de piedra de uno de los poblados más extensos de Galicia.
En la Edad Media se construye el castillo del Castro que corona la cima del
monte, con sus jardines y su espectacular mirador con sus vistas de Vigo sobre la ría. Quizás el
monumento más representativo del parque es el dedicado a la batalla de Rande de
1702, un pequeño estanque con tres grandes anclas encontradas en el estrecho de
Rande completado con cinco cañones recuperados de buques naufragados en la ría.
Vigo sufre la sonada batalla naval de Rande (octubre de 1702) en plena guerra
de sucesión donde los invasores (ingleses y holandeses) desembarcaron y saquearon
Redondela y la isla de San Simón. Julio Verne localizó en el escenario de esta
batalla la fuente de aprovisionamiento de oro del Nautilus en su novela 20.000
leguas de viaje submarino. Posteriormente
bajamos al puerto y tomamos un barco que atraviesa la ría a Cangas do Morrazo,
donde comimos muy bien en el club náutico. La vuelta también fue estupenda por
la amplia ría. La última llamada de la vecina nos informó que habían encontrado
a Gab, pero que estaba bien. El coche ya no parecía la mejor opción para él.
Parece que la naturaleza nos apea de nuestras máquinas contaminadoras, antes de
apearnos de la vida.
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